Francisco Miguel Gómez Vera
 

Esa lámpara dice tu nombre. Se enciende,

dice tu nombre, y yo camino como si supiera.


 

Dejo que su luz amarilla 

me cobije, recorro su perímetro,

bailo con las polillas.


 


 


 

Álvaro Luquín
 


 

Me hablaste de los sonidos

de las imágenes 

de los olores

de las miradas humanas y animales

de las distancias

de los lugares

de sus efectos especiales

de las resacas

de las tardes solitarias

de tus palabras 

de las que no conoces

de mis pulsiones remasterizadas

de tu miedo a los matices

de los seres transparentes y visibles

de la lluvia

del suicida que nos sueña

de los mundos que alucino

de la imagen sin pantalla

de mi primer 

segundo intento

¿cuántos fueron?

del tercer y cuarto

y del gran encierro 

del segundo affaire de tu padre

¿en verdad te excitaba?

de los seres y objetos enemigos

¡cuando descubriste a Joy Division!

del miedo a los psiquiatras y a los ecologistas

de cuando esnifé polvo

antes de ir al cardiólogo 

de los paseos porteños

escuchando a Spinetta 

y a Charly García

me hablaste de las viejas cicatrices

de cuando simulé mi muerte

para ver la reacción de L.

de mi inmadurez

de tus más áridas nociones

de tu inmadurez

de mis juicios sin concepto

de la inmadurez

de mis desapariciones

tan contradictorias

no de las contradicciones

de todo lo que ha sido interminable

de los monstruos ámbar 

e infinitos

me hablaste de mi primera muerte

no de tu primera vida

del círculo farmacodependiente

de mis pasos

del trastorno obsesivo-compulsivo de tus pasos

qué hermoso miedo nuestros paso de los pasos 

me hablaste de ellos

del camino que siguen

rumbo a los párpados de la pendiente

y era otra esa sonrisa en la sonrisa 

brillante de lo humano.


 


 

Ana Vázquez de la Torre.
 

5 a. m.


 

el vacío abarca tanto la cama


 

que ocupa el lugar que ocupo


 

y la quietud dice que no hay brazos


 

que no hay manos


 

ni piernas


 

ni otros


 

que no estoy ni siquiera yo


 

para dormir conmigo